Si sientes dolor, permítete sentirlo

Esta recomendación puede parecer muy contra-intuitiva: si sientes dolor, permítete sentirlo.

En general todos experimentamos la misma reacción hacia aquello que duele, sea a nivel físico, emocional o cognitivo: aversión, deseo intenso de que desaparezca. Eso nos lleva a luchar con ello, a luchar con nosotros mismos, creando tensión y aumentando la experiencia de dolor.
Pero en realidad, si te permites simplemente sentir el dolor, este pasará y podrás ver que te estás curando.

Este otoño sufrí una quemadura en la mano izquierda con agua hirviendo, que se vertió de un hervidor demasiado lleno. La tapa se abrió por la presión del exceso de agua y me escaldó la mano con la que sostenía la taza para prepárame una infusión.
Un accidente de la vida, como tantas cosas que nos ocurren.

Estaba en un retiro, en un lugar bastante aislado y al principio me dieron aloe vera para aliviar la quemadura pero me dolía mucho. Tuve la suerte de que en el grupo había una enfermera, Noelia, que diagnosticó que la quemadura era de segundo grado y que el aloe vera no sería suficiente considerando la envergadura del problema.

Noelia me hizo una lista de lo que necesitaría para las curas cotidianas y se ofreció a hacerlas para que no tuviera que ir a un ambulatorio.
Cada día yo me lavaba la mano con agua y jabón para desinfectarla y Noelia me ponía pomada para nutrir y regenerar la herida y evitar que se infectara y me vendaba la mano para protegerla.

El cariño y la profesionalidad de Noelia fueron determinantes para que el proceso de curación empezara.

Al cabo de apenas 10 días, pude quitarme la venda: la mano estaba ya mucho mejor y me maravillé de la capacidad de recuperación y de regeneración de la piel, del cuerpo en general. Ahora la quemadura apenas se nota.

Este pequeño accidente me ha hecho pensar en cómo la mente tarda en general más tiempo en curar las heridas emocionales, a veces toda una vida…
Y también, como el curar y sanar las heridas y el dolor emocional requiere no solo tiempo sino también conciencia, intención y ciertas actitudes como la aceptación, el rendirse en vez de luchar, la amabilidad, la compasión o el perdón…
Esas son las “pomadas” que favorecen el proceso de recuperación.

Con la intención deliberada de prestar atención y cuidado al dolor emocional que experimentamos, en vez de negarlo o evitarlo, y las actitudes que he mencionado antes podemos relacionarnos de forma más sanadora con experiencias dolorosas del presente y también, del pasado pero que siguen obsesionándonos, tales como: la pérdida de seres queridos o de la salud, el sentimiento de ser rechazado o no querido, la experiencia de abandono, la soledad, la culpa o la vergüenza.

La amabilidad y la compasión son importantes y necesarias no para poder librarnos del dolor sino porque lo experimentamos.
Nos permiten sostenerlo y abrazarlo conscientemente, amorosamente y así, permitir que el proceso de curación siga su curso.

El cambio que anhelamos siempre es un cambio en nosotros mismos.

Descubre más sobre nuestras actividades

No Comments

Post A Comment