18 May Manejando los cambios con mindfulness: rendirse a la vida
Dentro de nada llegará el verano, aunque la meteorología siga cada vez más su propio ritmo y no el de las estaciones. La vida es cambio constante.
De manera teórica, todos los sabemos, y a ese nivel intelectual, incluso lo “aceptamos”. Pero, a la mayoría de las personas nos resulta difícil abrazar realmente los cambios y fluir con ellos, en la práctica. Más bien nos resistimos, luchamos contra aquello que no nos gusta o no corresponde con lo que queríamos. Especialmente, con todo lo que nos saca de los territorios familiares, que constituyen nuestra zona de confort, porque eso aumenta el nivel de incertidumbre y tenemos la sensación de perder el control.
No nos gusta la experiencia del “no saber”, de renunciar a lo conocido y que considerábamos “nuestro”. Luchamos, en gran medida con nosotros mismos claro, y perdemos. La realidad, la vida, siempre gana y en ese proceso de batallar experimentamos malestar, e incluso, dejamos pasar la oportunidad de ser felices y de disfrutar de lo que hay, en cada momento.
Porque en algún momento, todos los ciclos llegan a su fin y se producen cambios de trabajo, cambios de pareja o a un nivel más esencial, cambios de fase de vida. Tenemos que tomar decisiones, pero no vemos con claridad que dirección tomar. Experimentamos dudas, miedos. Enfermamos. Envejecemos. El cuerpo (y la mente también) va decayendo.
Aunque no son experiencias agradables, esos cambios, como todos, suponen una oportunidad de explorar nuevos paisajes y territorios si aceptamos jugar con las nuevas reglas que proponen.
En estos últimos tiempos, a medida que mi madre se hace mayor y yo me acerco a los 60 años, el tema de la impermanencia, muy visible en el cuerpo y en su funcionalidad cambiante, se hace más presente para mi.
Mi intención es desarrollar, con mindfulness y con amabilidad, mi capacidad de vivir de la mejor manera posible el proceso de “crecer hacia abajo” que inevitablemente va a caracterizar la siguiente etapa de mi vida. Y digo esto sin dramatismo porque ese es el proceso natural de ir envejeciendo.
El neurocientífico americano Richard Davidson afirma que el bienestar- la felicidad es un concepto más subjetivo- en una habilidad que puede entrenarse y que la práctica de mindfulness ayuda a hacerlo. También ha demostrado que la amabilidad y en general, el altruismo y los comportamientos pro-sociales contribuyen al bienestar, al nuestro y al de los demás. Podemos elegir conscientemente, deliberadamente cultivar bienestar. Aunque a menudo intentamos conseguirlo de maneras erróneas…
La vida sería muy fácil y muy agradable si no tuviéramos preferencias, si pasase lo que pasase estuviéramos contentos y en calma. Si percibiéramos a todas las personas desconocidas que se cruzan en nuestro camino como viejos amigos. Si aceptáramos rendirnos a la vida y dejar de luchar.
Este es esencialmente “el gran tema”, para mi 🙂
Puede que también lo sea para ti, que esto te resuene. Si es el caso, hacer un retiro este verano puede ser una buena manera de hacer una pausa y darte un tiempo para explorar y practicar el no saber y el rendirte a la vida.
En un retiro tenemos la oportunidad de entrar en contacto, de manera íntima y estrecha, con todas las corrientes que se mueven a niveles profundos en nuestro interior. Eso nos permite escuchar con más claridad aquello que el corazón anhela realmente y la mente no osa reconocer. A partir de ahí, surge la posibilidad de encontrar la manera de surfear lo que la vida nos está proponiendo al tiempo que respetamos y le damos voz a aquello que nos da sentido.
Te dejo las diferentes opciones de retiro que he previsto este verano.
En el otoño volveré a proponer programas de mindfulness de 8 semanas, tanto de iniciación como de profundización.
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