Saborear cada momento conscientemente

Saborear cada momento conscientemente

Saborear cada momento conscientementeNingún día llega dos veces. Cada momento saboreado es más precioso que una pieza de jade. —Proverbio zen

Según el diccionario de la lengua española de la RAE, saborear significa en primera instancia “percibir detenidamente y con deleite el sabor de lo que se come o se bebe” y por extensión, “apreciar detenidamente y con deleite una cosa grata”, es decir, experimentarla realmente, valorarla y disfrutarla.

Así pues, podemos saborear una buena comida, un buen vino e incluso, un sencillo vaso de agua cuando estamos sedientos. Y yo destacaría, entre otras numerosas cosas gratas que pueden también ser saboreadas: una buena conversación, un paisaje hermoso, la lectura de buen libro, una opera o, más simplemente, la calidez de un rayo de sol sobre la piel, un momento de silencio, un instante de tranquilidad o el hecho de tener un cuerpo que funciona – razonablemente 🙂 – bien… algo que solemos dar por sentado y no apreciamos en su justo valor hasta que surge algún problema de salud.

Los autores F.Bryant y J.Veroff en su libro “Savoring: A new model of positive experience” (2017) definen saborear como “la capacidad de atender, apreciar y mejorar las experiencias positivas en la vida de uno” y establecen que hay paralelismos interesantes entre la importancia de afrontar adecuadamente las experiencias negativas de la vida y la importancia de saborear las experiencias positivas.
En los años 80, los psicólogos reconocían ya de manera unánime que cuando ocurren acontecimientos desagradables, las personas no experimentamos automáticamente emociones aflictivas; de hecho, se estimaba que el nivel de malestar que experimentaban las personas en respuesta a eventos estresantes dependía de cómo las personas evaluaban y afrontaban esos acontecimientos. Como ya observó Epicteto, el filósofo griego del siglo I: “Lo que molesta a la gente no son las cosas en sí mismas, sino sus juicios sobre las cosas”.
Y en esos mismos 80, la suposición predominante en psicología era que cuando ocurren eventos agradables, las personas naturalmente sienten emociones positivas en respuesta a ellos.

Sin embargo, Bryant y Veroff estiman que lo que es cierto para los eventos malos lo es también para los buenos. Como afirmaba el escritor francés François de La Rochefoucauld en el siglo XVII: “La felicidad no consiste en las cosas en sí mismas sino en el gusto que tenemos por ellas”, describiendo, esencialmente, la vital importancia de poder saborear consciente y deliberadamente para que las cosas buenas puedan ser disfrutadas.
De hecho, estos autores creen que los dos procesos (afrontar y saborear) involucran diferentes conjuntos de habilidades que no son caras opuestas de un espejo sino complementarias. Ser capaz de manejar la adversidad es esencial en la vida, pero tener la capacidad de hacerle frente no es lo mismo que tener la capacidad de disfrutar la vida. En otras palabras, el hecho de que las personas no estén deprimidas no significa que estén animadas o felices.
Mientras que la mayoría de las investigaciones han analizado el proceso de saborear reactivo, que puede ocurrir espontáneamente en respuesta a eventos o sentimientos positivos, estos autores inciden en el valor de investigar más precisamente en el futuro el proceso de saborear proactivamente, que comienza con el acto deliberado de buscar o crear estímulos positivos en la propia experiencia.

La práctica de mindfulness nos lleva a poder saborear conscientemente y con mayor intensidad todo lo bueno que ocurre, incluso las pequeñas cosas, al tiempo que promueve que podamos saborear pro-activamente, creando deliberadamente momentos agradables o pudiendo atender a aspectos agradables en medio de situaciones difíciles o no deseadas.
Hace unos años, un participante de un curso MBSR explicó en una sesión que se había perdido en una carretera pequeña de la zona de la Huerta de Valencia, yendo a visitar a un proveedor. Su descubrimiento al practicar mindfulness fue que, en vez de estresarse porque llegaba tarde a su reunión- algo que ya no tenía remedio-, había sido capaz desde la calma de rectificar la ruta y avisar a su cliente para luego disfrutar de la belleza de la zona, que le había encantado.

Saborear poco a poco se está convirtiendo en algo central en la psicología positiva.
Se ha demostrado que, cuando se hacen regularmente durante varias semanas o meses, cosas como: saborear, reconocer la propia suerte, apreciar lo bueno que uno tiene y agradecerlo o expresar gratitud a los demás aumenta la felicidad de manera medible. Además, las emociones positivas pueden ayudarnos a pensar de manera más creativa, a resolver problemas de manera más efectiva y a relacionarnos con los demás con más calidez y amabilidad.

¡Saborea conscientemente este verano y aumenta tu bienestar y el aprecio de estar vivo!

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