Acabando un año más…. la vida sigue

Estamos ya en los últimos coletazos de este año 2023 y a un paso de las fiestas navideñas y de nochevieja que a mi, por razones diversas, no me encantan. Experimento una cierta nostalgia y me incomoda un poco la aparente necesidad de comprar, comer y celebrar, todo en modo superlativo. Sin embargo, me siento privilegiada de tener una familia a la que quiero y con la que me apetece reunirme, aunque sea algo que hago ya de manera regular durante todo el año.

El otro día reflexionaba sobre cuales han sido los mayores cambios y aprendizajes en mi vida este año- aparte del hecho de estar ya a punto de cambiar de década y que eso sea algo que, por primera vez, me está tocando bastante.

Y me he dado cuenta de que hay dos cosas importantes y positivas que quiero compartir en este post.

Por un lado, desde antes del verano tengo un perrito, el primero que tengo en mi vida. Se llama Milo.

Como todos los que tenéis perros sabíais ya probablemente, aunque yo no lo haya experimentado hasta este año, un perro es una máquina de amor incondicional, de cariño y de buen rollo y también, un gran maestro porque siempre te lleva a explorar tus límites. Es bastante increíble como un ser tan pequeño, el mío pesa solo 4kg, puede ocupar tanto espacio, en la casa y en tu corazón, en tan poco tiempo.

Milo me está ofreciendo la oportunidad de desarrollar más paciencia, tolerancia y flexibilidad y también, de organizar mi vida y mis horarios para que haya momentos de juegos y paseos con él. Porque los perros necesitan rutinas y… mucho cariño y atención… como los niños. Por ejemplo, entre otras cosas, estoy caminando más que el año pasado de media, según el podómetro del teléfono, algo que me encanta y que además es muy saludable, como evidencian multitud de estudios.

Hablaba hoy con un querido amigo de la dificultad de cambiar hábitos y de la importancia del entorno para poder hacerlo.

Por otro lado, he tomado conciencia de que realmente vivo ahora con mucho más sosiego del que tenía hace tan solo 5 años.

Y eso tiene un montón de derivadas positivas especialmente, considerando que estos últimos años no han sido especialmente fáciles, como para muchas personas.

Estoy más tranquila, más relajada, tengo la sensación de hacer las cosas a mi ritmo, de vivir más deliberadamente, de estar más en forma y tener más salud, incluso, de disfrutar más de las cosas.

La posibilidad de cultivar deliberadamente el sistema de sosiego fue uno de los principales descubrimientos que me aportó el programa MBCL- Vida compasiva basada en Mindfulness cuando lo realicé por primera vez en 2017. Como el sosiego es un tema que me parece esencial para vivir con y desde el corazón, en el grupo avanzado de meditación que propongo online los jueves, de manera quincenal, este otoño hemos explorado “Como cultivar sosiego con mindfulness”.

Si quieres saber más sobre la importancia del sosiego para desarrollar más amabilidad y (auto) compasión en tu vida, puedes familiarizarte con el contenido del programa MBCL comprando el libro “Mindfulness con corazón- una guía práctica para cultivar una vida compasiva basada en la atención plena” (Ed. Koan) que he publicado hace un par de meses junto con Erik van den Brink y Frits Koster, creadores del protocolo MBCL, o puedes inscribirte a alguno de los cursos presenciales u online que ofreceré a partir de febrero.

Porque la compasión no es un lujo sino una necesidad básica como dice el Dalai Lama.

¡Anímate a favorecer la atención plena y la amabilidad y la (auto) compasión en tu vida y en tu entorno el año que viene!

Y mientras tanto, HAZ UNA PAUSA Y RELAJA (todo lo que puedas) en estas fiestas de final de año 🙂

 

Aprovecho para recordar que de los próximos programas de Introducción al Mindfulness (con su taller), así como de Profundización de Mindfulness y Compasión MBCL (también online).

No Comments

Post A Comment