Parar para poder vivir deliberadamente

Siempre me ha encantado e inspirado esta frase del filósofo americano Henry David Thoreau:
“Fui a los bosques porque quería vivir solo, deliberadamente, para afrontar los hechos esenciales de la vida y ver si podía aprender lo que tenía que enseñar y no descubrir, a la hora de la muerte, que no había vivido. No quería vivir lo que no era vida, ni quería practicar la renuncia, a menos que fuese necesario. Quería vivir profundamente y extraer toda la médula a la vida, vivir de una forma tan intensa y espartana que pudiese prescindir de todo lo que no era vida…”

Aquellos que han realizado un programa MBSR de iniciación a mindfulness conmigo quizás la recuerdan porque suelo citarla en la sesión 7.

En julio 1845, con solo 28 años, Thoreau se fue a vivir durante dos años a una pequeña cabaña que el mismo construyó cerca de las costas de Walden Pond en Concord, Massachusetts. Estuvo allí hasta septiembre 1847.
La frase pertenece al libro “Walden, o La vida en los bosques” que publicó en 1854 sobre esa experiencia.
Falleció en 1862, a los 44 años, de tuberculosis, una enfermedad que había contraído en 1835, y diversas crónicas describen la tranquila aceptación con la que vivió el proceso de su muerte. Se dice que, en sus últimas semanas, cuando su tía Luisa le preguntó si estaba en paz con Dios, Thoreau respondió: «No sabía que nos hubiésemos peleado»

Cuando se publicó, Walden tuvo pocos admiradores, pero muchos críticos posteriores han considerado esta obra como un clásico estadounidense que explora la simplicidad natural, la armonía y la belleza como modelos para unas condiciones sociales y culturales justas. La verdad es que considerando todo lo que ocurre en el mundo me parece una opción muy inspiradora.
Por citar solo dos ejemplos del “surrealismo” en el que vivimos, en la empresa en la que trabaja una sobrina mía esta semana les están dando instrucciones sobre que hacer en caso de guerra y la prensa esta semana publica que la UE quiere que las casas tengan provisiones para una guerra o catástrofe…

Aunque me encantan las formaciones de mindfulness que propongo desde hace 15 años y lo que se comparte en los grupos, desde hace un tiempo ya me sentía muy cansada por la carga organizativa y de promoción que implican las actividades, en un entorno cada vez más sobresaturado de ofertas.
Eso, unido a la muerte reciente de varias personas queridas, al hecho de cumplir 60 años y también, a desear aplicarme la misma intención de Thoreau, me llevó a tomar la decisión, en septiembre pasado, de hacer en 2025 una pausa en mi actividad de mindfulness.
Con la simple intención de poder vivir mi vida deliberadamente durante unos meses, mirar hacia adentro en vez de hacia afuera, como dice un amigo querido, y ver qué futuro está queriendo emerger para los años que me quedan por vivir.
Por supuesto, me siento afortunada y agradecida de que mis condiciones personales me permitan tomar esta opción.

Tengo que decir que está resultando una experiencia interesante y no siempre fácil… La naturaleza tiene horror al vacío y parece que la vida se me llena de “cosas que hacer” constantemente.
En eso estoy. Observando mi tendencia al hacer para promover conscientemente el ser desde el “no hacer”.
Un libro muy recomendable para investigar este proceso, si es algo que te resuena, es “El Experimento rendición” de Michael Singer

Fluyendo con las peticiones de algunas personas de mi comunidad de práctica, acepté facilitar un retiro de 4 días a finales de agosto, del 27 al 31, y un curso de compasión en el otoño, que será en formato online.
Encontrarás los detalles al final de este boletín.
Confirmaré esas actividades en junio en la medida en que haya suficiente interés.

Deseo que puedas navegar esta época tan volátil con conciencia, compasión y ecuanimidad.

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